RESTAURACIÓN (III)
Con el encasillado, los caciques y sin
contemplaciones con un sonoro pucherazo, el PPSOE de la Restauración era
una maquinaria de relojería suiza: cuando a uno de los dos partidos, el
liberal moderado (aprox. = PP) o el liberal fusionista (aprox. = PSOE),
se le iba la realidad del país de las manos, frecuentemente y no
necesitamos explicar por qué, el rey (Alfonso XII, la regente María
Cristina me quiere gobernar, Alfonso XIII) llamaba a dirigir el cotarro al
otro partido, se disolvían las Cortes y se convocaban unas elecciones
que invariablemente ganaba ese otro partido; como si ahora Felipe VI
botase al señor Sánchez y pusiese al frente de un gobierno provisional
al señor Casado, que ganaría las elecciones porque en la Restauración
apenas tendrían representación parlamentaria los de Ciudadanos y Unidos
Podemos estaría prohibido. Se evitaban así el desmadre de la Primera
República y los golpes de Estado de la oposición excluida típicos de la
España isabelina a la par que devuelto el sufragio universal masculino
más de medio país se abstendría de votar en esa comedia de generales,
terratenientes, obispos y banqueros.
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