HOMENAJE ENCUBIERTO A LOS TRABAJADORES
DEL SUPERMERCADO
Las 16,23 horas del sábado, me he
sentado a comer. A la situación asistencial de doña Luna se ha
sumado la de los viejos, a los que, él pendiente de cirugía
cardiaca, ella que no está para tirar voladores, don Semicrític y
yo hemos terminantemente prohibido pisar calle, que piso y ruedo más
que antes. Despertador ausente, desplegué hoy velas, de tan follado
que estaba, a las doce menos cuarto. Zumo de naranja y café casero
en italiana. Orden y limpieza básicos del lar. Doña Luna, que no
entiende de coronavirus. Anotación telefónica de la lista esencial
que doña madre me está dictando. En moto del barrio a La Arena. Se
ha abierto la puerta del ascensor y aparece el carro solo ceñido al
protocolo Semicrític-Cadarma. En el Lidl de la misma calle paso
sustantivo cuando toca, gel, guantes, compra, timbre, ascensor, no os
acerquéis, dejad el carro en cuarentena en la terraza, lavaos las
manos un minuto, ya hablamos por teléfono, pero no te hemos pagado
la compra, no me toquéis más los cojones. En moto de La Arena al
barrio, Mercadona, paso, gel, compra esta para mí, cosas y cuatro
botellas de primera necesidad de vino, que se está agotando; llevas
la mascarilla al revés, amiga, le digo a la cajera que me atiende,
tira esa y pega lo verde en nariz y boca, protégete, que no eres en
cirugía cirujana ni nosotros pacientes abiertos anestesiados y
bastante tienes con estar aquí y sobre todo muchas gracias. Le deseo
una buena jornada al de seguridad, que me desea buena tarde de
sábado. ¿Aprenderemos todos? Me da que no.