PANÓPTICO MUNDO
El Gran Hermano, aparte de la basura emitida por Telecinco, fue la pesadilla panóptica de Orwell que hoy, disfrazada de comodidad, se abre camino como el cuchillo en la margarina. Por mí el primero, con la conexión de datos móviles, el wifi, el GPS y la madre que me parió. Entono el mea culpa y le pido perdón a la libertad por mi dependencia de Vodafone. Lo que antaño era labor de bulas y confesionarios hogaño lo es de las empresas de telefonía y del ministerio de Sanidad. Viva la vida alegre y divertida de Carlos Muñiz. El Gran Hermano no está siendo el sueño sucio de 1984 sino la prestigiada electrónica necesidad creada por los hijos del capital. Al fin y al cabo, Dios -panóptico mundo- siempre lo vio todo. Un poco más qué más nos da.
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