Sigue sin detectárseme el
microbicho cabrón de la pandemia, detectado esta tarde el macrobicho
cabrón de la jornada laboral. A macrobicho cabrón al día, milagro
será que no brote, om mani padme hum, y, empuñado el cebollero, se
lo meta hasta la raíz del árbol de la vida al primer rompecojones
que, buscando, me encuentre.
El buen genocida bien
merecido tiene el descanso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario