viernes, 10 de julio de 2020

Enfrente del tribunal de distrito tenemos a la vista una terraza, la del Café do Porto. En la terraza el virus no existe. En la terraza el virus es una invención de la nueva normalidad totalitaria que en el tribunal de distrito aplicamos a rajatabla primero por joder y segundo por no dar golpe.

-¿Si puedo estar en la terraza por qué no puedo entrar en el tribunal?
-¿Si puedo follar a mi mujer por qué no puedo follar a la suya?

Obviamente, eso no se responde. Tampoco se responde explicando prioridades del sistema porque el noventa y nueve por ciento de la gente no entendería enjundias económicas. Bueno, es que yo ya no respondo nada. Me la quito de en medio y que llame la siguiente. Por encima de mí hasta el Inquisidor General hay cien personas.

-Agarre usted una pala y empiece por él, en la nuca. Cuando venga a por mí ya habré escapado.

El alma bruta en pena no merece mejor respuesta.

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