NI CALVO NI CON DOS PELUCAS
Muy a principios de los setenta recuerdo que acompañé al viejo, abrigo él cruzado de las fiestas de guardar, a unas votaciones de no sé qué franquistas. En todo caso, el franquismo tenía a los españoles muertos de hambre de urnas y cuando las abrían al pueblo eran tan falsas como los táperes de la consulta independentista catalana. Pero bueno, España iba tirando con la italiana licencia Fiat del 600 y la pontederesa Vespa. Ahora, que hasta yo tengo una Vespa y ya quisiera para mí un 600, nos tienen hartos de urnas, como quien ahíto asquea de percebes y caviar beluga acompañados por los mejores vinos de las cuencas del Rin. O sea que estamos hasta la polla de angula. Cada quien que haga lo que tenga que hacer. Mañana, con esa
frecuencia que hastía, estamos todos invitados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario